En los primeros tiempos de la raza humana, donde dominaba la fuerza bruta, el hombre pensaba que vivía en un mundo peligroso, amenazante y no sólo le temía a los ataques de lo visible sino también de lo invisible, místico y mágico. Para desviar estos peligros, se practicaban orificios en ambos lóbulos de las orejas. Los hombres de la antigüedad estaban especialmente convencidos que el dios de los vientos, se alojaba allí otorgándoles protección.
Por otra parte, con la forma de simple arete el pendiente se ha encontrado en sepulturas de la Edad de bronce y consta que se usaba entre algunos pueblos antiguos como adorno de la nariz. El arete con su colgante figuraba a menudo en los relieves de personajes asirios. En Egipto, se han encontrado preciosos ejemplares en tumbas de princesas de las dinastías XII y XIII y de faraones de la dinastía XX entre otros. De egipcios y asirios copiaron la forma los fenicios, hebreos y otros pueblos orientales. La misma costumbre adoptaron los griegos y romanos, labrando pendientes de singular riqueza con perlas, gemas y pequeñas cabezas de metal siendo su uso propio de las mujeres, como en los demás países de Occidente. Sin embargo, solían llevar pendientes también los niños de Atenas y Roma aunque sólo en una oreja.
Les presentamos algunos de nuestros aros circulares en piedras, cuentas acrílicas, bronce, nácar, con dijes...
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